Nuestros sentimientos se imprimen en nosotros porque forman parte de nuestra citoarquitectura. Somos lo que sentimos, estos permanecen ahí para que podamos recuperar nuestra esencia- toda nuestra esencia, icluso la menos divina eh?-.
Esto nos ayuda a encontrar nuestra realidad. Por ejemplo, descubrir que a una edad muy temprana no hemos sido amados, estamos descubriendo nuestro verdadero yo – nos va a sentar como el….piiiiiiiiiiii discurrirán en nuestro interior un efluvio de emociones de bastante baja calidad ética y moral, por decirlo de forma educada, pero no deja de hacernos un favor para no ir perdiendo el tiempo y la energía de forma inútil con acciones, relaciones, profesiones que no hacen más que llenar un vacío-. Yo soy aquel – como diría el mismísimo Raphael- que conforma la suma de mi totalidad de experiencias, buenas y no tan …. cómodas – me gusta llamarlas a mí, ya que me dí cuenta que llamarlas negativas, las hacía más poderosas y las reafirmaba en mi interior, pero si les cambiaba el nombre del archivo /.txteacepto), cambiaría la forma de reproducirlos-.y así fue. Concluí que aceptar la información no va de la mano de aceptar tanto a la persona que la provoca como congeniar con la circunstancia catalizadora de mi sufrido descubrimiento.
No hace falta negar todo lo que te ha pasado y has sentido, tan sólo aceptarlo como tal.- vamos que no hace falta congeniar con las acciones que emprende esa persona cambiando tu personalidad, que para aceptar la situación no debe ser primero tu mejor amiga, sólo ha sido la emisaria de una información- buffff….. menos mal.
Deja una respuesta