Practicar las relaciones conscientes nos puede ayudar mucho en este camino hacia la divinidad -terrenal claro, que es a la que podemos optar hoy por hoy-.
Interrelaciones que van más allá de la mera superficialidad- las que intentan ver el trasfondo de los enfados, miedos, celos, rabias, etc, o las reacciones más incomodas, y reconocer por encima de todo lo que nos hace humanos, la imperfección como estandarte de la posible evolución-.
A lo mejor la mayor iluminación pasa por estar consciente el mayor tiempo posible en el presente y en cualquier entorno -sin huir, porque te incomodan los topicazos como: la falta de conciencia de tu interlocutor, incluyendo en tu praxis lingüística habitual el- no lo entiende o no lo entenderá jamás-, o -no está preparado o no tiene nivel-, o -no es el momento -,según tu claro, o lo peor, caer en expresar la ya remasterizada frase de- me incomoda su mala energía – vaya tela con los momentos “iluminati”, -no entendemos nada si estamos cayendo en estos juicios y expresiones-.
En los supuestos peores entornos, o entre las personas grises, grisiiiisimas- que también las hay, y que nuestro juicio legitimiza su permanencia en ese estado afectándonos a nosotros, tonto verdad? Pues pasa más de lo que parece- es donde te das cuenta que aún te queda trabajo que realizar, que sí, que tienes una vibración más alta, que conectas con ángeles, arcángeles, maestros ascendidos, pero cada vez te llevas peor con tu entorno social o más directo: familia, amigos, pareja, etc. ¿Qué está pasando?, ¿cómo puede ser?, ¿tengo que renunciar a alguno de los dos? – muchos nos lo hemos preguntado mmmmm, me quedo con……lo más reconocido, fácil y rápido, -mmm que será? -hablar con ángeles, arcángeles, espíritus o trabajarme desde mi nueva conciencia la interacción con mi: suegra, mujer, marido, amigo, socio, vecino, hijo/a, padre, abuelo, madre, jefe, compañera de trabajo, cajera del supermercado, etc y sacar de ello un proceso de vida constructivo.
Deja una respuesta