A veces podemos sentir la necesidad de reconstruirnos tanto que enterramos como cascotes lo más preciado, aquello atraves de lo que nacimos en este maravilloso mundo, aquello por lo que existimos.
Aquello que decidimos experimentar cuando aún éramos conscientes de nuestra verdadera verdad y nos olvidamos entre ladrillo y ladrillo de inseguridades.
En él espera adormecido el néctar de la máxima realización. Espera sabiamente a que en el éxtasis del desespero de la negación y la comparación, cabizbajo de vuelta de todo otra vez, descubras la revelación en tus pies cansados.
Ahí siguen tus raíces que nunca ves, y ellas representadas en tu NOMBRE con su historia.
Una vibración que decidiste VIVIR y trascender con éxito.
Una vibración que te conecta con todo lo que necesitas en esta aventura material en cada momento.
En ella están las bases de la subsistencia a todos los niveles. Cuando olvidas la percepción de tus raíces abrumado por la ilusión de la transfiguración como salvación, empieza la decadencia prematura, y te alejas de la verdadera verdad, del propósito.
-Siempre lo tuve ahí, bajo mis pies-
Reconoce y hábla con tus raíces, pídeles lo que necesites. Haz lo mismo con tu nombre. Permitete ser tú, ése es el mayor logro. Ama lo que eres y no te faltará nunca nada.
¡Feliz fin de semana!
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