Posiblemente la acción más tóxica a que nos podemos enfrentar emocionalmente, y una gran pérdida de energía vital es la falta de respeto por uno mismo, por los sentimientos, las razones y la historia personal.
Un atentado a la integridad como éste, puede pasar factura de muchas maneras, y afectar a muchos ámbitos de la vida.
«Aprender a respetarse es un arte.
Aprender a respetarse, es el camino para respetar.
Aprender a respetarse es la ante sala de la libertad y felicidad plena.»
Puede que nos hayan acostumbrado a decir que «si» de forma autómata y tóxica.
El «si» cronificado no asegura la felicidad plena ni las supuestas puertas del cielo, a veces puede dirigir a la mayor de las frustraciones, y éstas al purgatorio más oscuro.
Si estás compuesto de átomos, tranquilo/a eres eterno de série no hay que ganárselo. Lo demás son creencias limitantes.
Estás memorias asociativas, condicionarán el comportamiento en las nuevas vivencias, y así, un no parar circular desgastante que parece no tener fin.
La libertad empieza con el respeto por uno mismo, pero también es cierto que a veces, no es tan fácil encontrarlo. Puede que arrastremos memorias celulares, sistémicas familiares, o de otras índoles más lejanas a la comprensión racional que sabotean los momentos de integridad personal.
Una fórmula integrada socialmente que no ayuda en muchas culturas familiares es:
Respeto personal=egoísmo
¡Nunca más lejos!
El respeto a uno mismo hay que afianzarlo dia a dia, con compromiso y fidelidad a tu sentir y tu latir, sin que medie la razón. Si es que no, pues ¡No! Y si es que si pues ¡SI!
No pasa nada por ser distinto, sentir distinto, vestir distinto, pensar distinto.
Todo está bien como está si existe en este Universo sabio que da la vida a TODO.
Como siempre, gracias por leer, por valorar, comentar y compartir
Artículo: Ernest Guirao
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