Aunque en el fondo sé por experiencia propia que todo es un continuo, que nada acaba, sino que cambia de forma y que lo que cambia principalmente en estas situaciones es la forma de comunicación, sufrimos.
Estamos aún arraigados a la creencia de la separación – si lo veo y lo toco está, sino no- y por ello sigue siendo muy dura la despedida de un ser querido y se promueve, en nosotros, el sentimiento de pérdida y vacío.
Pero qué difícil es esta prueba, creo que es de las más difíciles en las que se puede encontrar uno, la pérdida de un ser querido, y no caer de nuevo en realidades de consciencia “aparentemente” trascendidas.
Por muy consciente que soy de la realidad espiritual, de la intemporalidad del alma, siento que seguimos, y seguiremos siendo aún por mucho tiempo humanos (gracias a Dios), y esto implica emociones, entre muchas otras cosas, y sobre todo, aprendizaje.
-Hasta siempre Tía, que tengas un buen viaje de retorno, disfrútalo y ya sabes donde estoy para lo que necesites.
Te llevo en el corazón, y espero expectante noticias tuyas!-